La nueva Iglesia Abacial del Monasterio de La Oliva


Es un honor y un privilegio dirigirme a todos vosotros en este día tan significativo para nuestra comunidad. Nos reunimos hoy no solo para presenciar la inauguración de las obras de reforma de nuestra querida iglesia abacial, sino también para celebrar la rica historia y el profundo legado espiritual que este lugar sagrado encierra.

 

Desde el siglo XII, esta iglesia ha sido un faro de fe, un refugio de paz y un testimonio de la devoción inquebrantable de quienes nos precedieron. A lo largo de los siglos, estas paredes han escuchado innumerables oraciones, han sido testigos de momentos de alegría y de tristeza, y han proporcionado consuelo a todos los que han cruzado su umbral. Hoy, mientras miramos hacia el futuro, también rendimos homenaje al pasado, conscientes de que cada piedra de esta estructura lleva consigo el eco de generaciones de fieles.

 

Las obras de reforma que hoy inauguramos son mucho más que una simple renovación física. Son una manifestación de nuestro compromiso continuo con la conservación y el enriquecimiento de nuestro patrimonio espiritual y cultural. Estas reformas asegurarán que esta iglesia abacial continúe siendo un lugar de encuentro con lo divino, un espacio donde la belleza arquitectónica y la profundidad espiritual se entrelazan para elevar nuestras almas hacia Dios.

 

Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a todos los que han contribuido a hacer posible este proyecto. A los arquitectos, ingenieros, artesanos y trabajadores que han dedicado su tiempo y talento a esta noble tarea, y a los benefactores cuyas generosas donaciones han hecho posible esta obra, gracias de todo corazón. Sin vuestra dedicación y sacrificio, no estaríamos celebrando este momento de renovación y esperanza.

 

Esta iglesia no es solo un edificio, es un símbolo de nuestra fe y de nuestra comunidad. Que las reformas que hoy celebramos sirvan para fortalecer nuestra devoción y para recordar a todos los que vengan después de nosotros la importancia de preservar y honrar nuestra herencia espiritual. Que cada visitante que cruce estas puertas sienta la presencia de Dios y encuentre en este lugar un refugio de paz y renovación.

 

Encomendamos este lugar sagrado a la protección y guía de nuestro Señor Jesucristo y a su santísima Madre, Nuestra Señora de La Oliva. Pedimos que continúen acompañándonos siendo una fuente de inspiración y consuelo para todos. Que quien penetre en este templo pueda encontrarse con Dios y con los hermanos.

 

Javier Urós

      Abad


Iglesia Abacial