San Bernardo


San Bernardo no fue el fundador de la Orden cisterciense, pero sí fue el gran impulsor y propagador de ella. La riqueza de su personalidad y su formación, hicieron de él un personaje central en la iglesia y en la sociedad de su tiempo.

 

Nació en Borgoña (Francia), en el año 1090 en el castillo de Fontaines-les-Dijon. Tuvo siete hermanos y conforme a su nobleza tuvo una gran formación literaria y religiosa. Su vida dio un giro cuando en 1222 ingresa en el monasterio de Císter, después de una intensa preparación, arrastrando tras de sí a más de treinta, entre ellos a toda su familia, lo que pone manifiesto el poder de atracción, la fuerza y el entusiasmo de su personalidad.

 

A los tres años de su ingreso en la Orden fue nombrado abad de la fundación de Claraval desde donde desarrolló su ingente labor que de puertas adentro fructificó en un crecimiento continuo de vocaciones y dio pie a la creación de gran número de monasterios; y, de cara a fuera, en ser requerido para poner solución en un sinfín de problemas políticos y eclesiales. Toda esa actividad le llevó en algún momento a sentirse como una especie de quimera, cuando siendo monje y debiendo estar en el monasterio se le requería para tantas tareas fuera de él. Pero así se manifestó como hijo de la Iglesia, al mismo tiempo que le hacía valorar doblemente sus estancias en el monasterio donde se volcaba en la atención a la comunidad, a una extensa actividad de atención espiritual personal y por carta, a escribir y a una intensa vida de oración.

 

Desde esa experiencia hizo hincapié en la vida fraterna y en la contemplación. Trató de acercar la experiencia de Dios, poniendo fuerza en la encarnación y en la humanidad de Cristo. También destacó por su devoción mariana y la dimensión mediadora de María. Del énfasis y el modo en que vivía toda esta realidad da fe el título de “doctor melifluo” por la dulzura y la intensidad de sus palabras. Lo que sentía lo vivía y así su teología parte de la experiencia interior y no del mero estudio intelectual. Su gran actividad le ganó el título de doctor y de último Padre de la Iglesia.